Héctor Alexander Rojas Cedeño, un joven de 21 años, hijo de Ángel María Rojas y de Juana Providencia Cedeño. Trabajador, estudiante universitario, buena persona y de una familia humilde como cualquiera. Héctor nos muestra que las injusticias están a la orden del día, y de algo simple llegar a la complejidad e incluso al caos. Por eso nos hace pensar que cuando las cosas no van a salir bien, definitivamente no salen. Y en este particular, la vida de la familia del joven cambiaría en un instante para siempre.
El 1ero de Septiembre de 1995 no sería un buen día. Héctor Rojas salió temprano a eso de las 6:30am a su casa de estudios en la Universidad Central de Venezuela, las colas citadinas desde aquel entonces ya eran de una infernal duración. Sus clases empezaban a las 7:30 am así que no habría inconveniente en durar 40 minutos en el tráfico vehicular. Escuchaba el Lado A del casette original “Canto popular de la vida y muerte” de Desorden Público para hacer amena la llegada a la universidad.
Hasta ahora y sin ningún contratiempo más allá de la típica cola, la mañana fue llena de 2 materias, en ambas había parciales por hacer, Economía Política e Introducción a la Publicidad. Estaba algo impaciente y nervioso pues no se había preparado lo suficiente como para ejecutar las evaluaciones a la perfección. Recordó que el día anterior arreglaba su carro de unas fallas en la bobina del Mustang y esa es la razón de su poca preparación. Lamentaba no estar al día con su vehículo y con sus estudios. Sin embargo supo manejar todos los escenarios y salir eventualmente victorioso de esa mañana.
Al mediodía, toma sus cosas y se dirigió de vuelta a casa en 23 de Enero. Su Madre, Juana Providencia lo esperaba con un resuelto pabellón, plato típico y excelso de los mejores que preparaba. En plena cola el carro empezó a fallar nuevamente, la misma falla que el día anterior le impediría prepararse correctamente para los parciales de la universidad. Molesto con la situación y luego de cinco apagadas repentinas en el camino, llega a su casa.
Héctor sabe que las cosas no están del todo bien. Come a toda prisa pues debe llevar el carro al mecánico para solventar el problema. Muy cerca de su casa en el barrio Observatorio de 23 de Enero, había un operativo efectuado por la PTJ. Daba vuelta al Lado B del casette de Desorden. Sonaba el tema Tetero de Petróleo cuando de pronto se encuentra con Freddy Noguera González quién lleno de ira reclama a Héctor la poca velocidad con la que se desplazaba, por lo que se generó una discusión de proporciones universales.
Dimes y diretes, palabras subidas de tono e incluso llevarlo a las manos por algo tan tonto como manejar lento. Noguera en total desventaja física aprovecha el operativo que se realizaba en la zona para denunciar a Héctor por intentar robar su vehículo. Este se niega a ser detenido pues alega total inocencia, la PTJ sin mediar palabras lo esposan y lo suben a una patrulla del organismo policial y es detenido en contra de su voluntad.
Héctor molesto con la situación dentro de la patrulla sigue gritando de su inocencia, se exacerba pateando rejillas y ventanas de los oficiales, estos se detienen en medio de la nada y en ese Lado B, en esa 2da parte de un día que aparentaba ser normal, los uniformados Marcos Wladimir Berríos Terán y Víctor Julio Navas Oropeza sin compasión le quitan la vida…
La familia Rojas totalmente desmoronada por la pérdida, deciden ejecutar ante el Tribunal Supremo de Justicia una demanda contra el Estado por daños materiales y morales, para de esa manera hacer justicia por la pérdida de Héctor. Durante 7 años el caso estuvo totalmente sometido a diferentes estudios e interpelaciones. Sin embargo Doña Juana y don Ángel no descansarían hasta lograr hacer Justicia. El 18 de Julio de 2002 se demuestra plenamente entre muchos elementos probatorios que los funcionarios Marcos Berríos y Víctor Navas estaban totalmente involucrados en el asesinato. Sin embargo no se ha admitido del todo la demanda.
No fue sino hasta este lunes 1 de noviembre de 2010 que el TSJ termina de admitir la demanda con el Estado, quienes tendrán que indemnizar a los padres de Héctor Alexander Rojas Cedeño con un monto total de 280.000 Bs.f. Pues este fue asesinado a manos de funcionarios del Cuerpo Técnico de Policía Judicial hoy denominado CICPC. La instancia del Tribunal finalmente constató que la Procuraduría general de la República al contestar la demanda, admitió como ciertos los hechos ocurridos hace 15 años y 2 meses atrás. Dicen que la justicia tarda en llegar, pero de que llega, llega.
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1 comentario:
Grande Héctor, me gusta tu crónica. Fresco tu verbo. Pásate por mi blog también.
Gabriel Mata...
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