Era necesario dejar el alma en el lienzo, se hacía necesaria la mezcla de colores. Precisaba el manejo de lo visual, de lo abstracto, de lo surreal. Aquél beso produjo en mi un sinfín de sensaciones increíbles, aquella situación que se inmortalizó en mi mente como inmortal es el fénix. Pero mi paramento está vacío, está en blanco, las ideas son confusas.
Apareciste de la nada con tu blanco rostro, todo un copo de nieve, de mejillas sonrojadas y ojos café. Con labios desafiantes y dispuestos a ser besados, es esa la imagen que ronda de ti en mi estado más profundo de sueño. Creía que era mentira tu presencia cuando el alba se abría curso para un nuevo día, creía que seguía soñando despierto, mi confusión y mi debilidad tomaban fuerza ante tu presencia intempestiva.
Era la oportunidad, era hoy o nunca. Acercarme a tan mesiánica mujer para estrechar lazos, para descubrirme en una fábula de carne y hueso. Era bella, demasiado bella, y ser de ella es la realización más sublime de la palabra perfección. Consideraría generar una duda razonable en ella que me permita acercarme, a invadir su espacio personal, ese que suele cuidar. Aún sin saber quién es ella, puedo saber que mi refugio y mi fuerza están amparados bajo su piel.
La inspiración está donde menos se cree, donde menos se piensa. En las alas de la mariposa y sus formas extraordinarias, de ojos que suelen mirar más allá de lo real, en las colas del pavo real que abanican las agobiadas esperanzas. Eres una concepción muy peculiar de la perspectiva en los que predominan las tonalidades doradas en señal inequívoca de la riqueza y la pureza que se esconde en tu ser. Me encuentro cerca, muy cerca de conseguir eso que llaman El Beso
Poema inspirado en la obra de arte "El Beso" de Gustav Klimt
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