viernes, 18 de julio de 2014

CARTA DE AMOR/ UN DIA A LA VEZ

Para un hermoso Tulipán

Un Día a la Vez

Me di cuenta que para querer a alguien debo quererme a mí mismo. Mi mismo, quiérete, se feliz, dale la oportunidad a las cosas que a tu vida llegan, sigue consejo y llegarás a viejo. Dicen que los ojos del alma suelen ver cosas que la razón no, en desorden escribo y hay orden, hay sentido, hay forma y estética. Por eso, cuando hablo de ese alguien me doy cuenta que ella es parte de mí, es una polaridad, es mi espejo reflejando mi  interior. El lado oscuro queriendo ser iluminado, pidiendo a gritos paz.
Dicen que la soberbia es el espíritu quebrantado y  lo opuesto a eso es la humildad. Entendiendo por humildad como la forma sutil de respeto, un respeto casi imperceptible, pero con una fuerza indomable. Me miro al espejo directo a los ojos, el espacio que pidió ese alguien está en curso. No lo niego, ya la extraño, extraño su refrescante papelón con limón al medio día,  la charla tonta, el sonreír sin razón. Extraño la forma de mirarme, el sarcasmo a flor de piel, incluso la extraña forma de bromear. Si, me hace falta la caricia de sus labios con los míos, me hace falta regresar a  los días en que éramos todo y no éramos nada. 

La punta de la lengua detrás de los dientes superiores cuando no se está hablando para cerrar el circuito de ideas, establecer conexión mística; la punta de la lengua que besó tu alma y degustó su sabor, esa misma que hace el milagro del habla, la que  hoy vocifera cuanto te ama. Un día a la vez, así dijimos,  así lo hicimos; se agobió el sentir en agentes propios y externos, el ánimo eclipsó, el desgaste mental pasó factura; había comprendido la necesidad de encontrarme donde la sabiduría y lo espiritual se conjugan; en un estado donde vivir la realidad del dolor permite llegar a la calma, la paz y la cordura. 
Es preciso mencionar que la idea recurrente permanece, que extraño el terciopelo de tu rostro, la dulzura del te amo; después de todo, el tiempo verbal que use en esta misiva no importa; pasado, presente y futuro, contigo todo se asocia, mi intención, mi gracia, mi destino, el tiempo se acorta cuando estoy contigo. 

Pienso e intuyo que las cientos de cartas escritas a puño y letra para usted mi muy estimada dama, deben estar cobrando un fulgor que vibra, que resuena, que anhela la lectura del destinatario. Que las canciones también escritas desde mi y las de otros se avivan  solo escuchándolas. Es sentir, transcurrir, desear, conquistar, proyectar y concretar; todos verbos, todos acciones.  Sin embargo, entiendo que en el amargo limón de tus palabras hay dulzura, en lo ácido de ese sabor hay componentes que enriquecen mis momentos. 

El  segundero, que en esencia es rebelde, conseguirá la forma de llevarnos al “nosotros”, por eso lo que se quiere no se abandona.  No siempre lloverá, los días de sonrisa y belleza eventualmente volverán para permanecer;  en la comesura de tus labios quiero morar,
en el susurro del te amo bien proyectado quiero vivir, es tan simple como decirle a los cuatro vientos Te Amo. Sé que me escuchas, se que sientes cada letra como si fuera tuya. En fin, esto no es cualquier correo como los muchos que aparecieron en tu carro; esto es un delicioso bocado de pirulín, un tulipán floreciendo, un café con leche, un Fly Me To The Moon de Sinatra, una verdad que respiro en tus besos profundos. 

PD: Que en ese querer no falte la etiqueta #UnDiaALaVez

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